mayo 06, 2006

Ahora, el fantasma de la "balcanización" regional.

Publicado en Clarín.

La cumbre presidencial de Puerto Iguazú no logró superar las múltiples diferencias que están haciendo chocar a los líderes del Cono Sur.

Oscar Raúl Cardoso
ocardoso@clarin.com



Qué está pasando con la ola de "progresismo" que, nos decían, se había inaugurado —para bien o para mal— en América latina a fines de la década pasada con el primer triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela y de la cual la Presidencia de Evo Morales en Bolivia fue el ejemplo más reciente hace un centenar de días?

Tanto los que se esperanzaron con esta tendencia como los que la aborrecen —la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice no pasa semana sin alarmarse en voz alta con el fantasma populista— ayudaron en formar una imagen de una fortaleza del centroizquierda en la región.

En los últimos días, varios de los protagonistas de esa narración se han encargado de recordarnos que no son, o no pueden, ser una misma cosa y que lo que muchos autores calificaron en décadas anteriores como el castigo de la "balcanización" de América latina es —más allá del lenguaje bolivariano que tanto place a Chávez— un hueso demasiado viejo y especialmente duro de roer. Veamos algunos de los datos.

Aun con gestos y palabras grandilocuentes, es difícil para Néstor Kirchner y para Tabaré Vázquez disimular que el haber arribado a la Corte Internacional de La Haya con su contencioso sobre las futuras plantas de pasta de celulosa representa sendos y simétricos fracasos, cuanto menos parciales.

Con la asistencia de sus cancilleres —dos, sucesivamente Rafael Bielsa y Jorge Taiana en el primer caso y Reinaldo Gargano en el segundo— fallaron en impedir con la política el agravamiento del contencioso.

Añadieron una preocupante mancha oscura más en la radiografía del Mercosur que, mucho más que un bloque comercial, es una opción estratégica para sus miembros. La armonía política y la fortaleza del cono sur latinoamericano son hoy menores por virtud del problema.

No hay acto masivo, ni cara de inocencia agredida frente a George W. Bush —como la que Vázquez esbozó esta semana en Washington— que cubra por completo las dificultades que los dos gobiernos tienen para identificar las prioridades reales para sus sociedades y deslindarlas de las especulaciones políticas menores.

Kirchner permitió con impericia que un grupo de ambientalistas entrerrianos, aun esgrimiendo una causa justa, la defensa de su ecosistema, tomara como rehén a la política exterior de su país, nada menos.

A Vázquez le fue casi peor: parece haber confirmado que el Estado que encabeza está atenaceado entre dos poderosas empresas europeas, Ense y Botnia. Esta última probó exactamente qué significa que el grupo finlandés al que pertenece tenga una facturación anual superior en un par de millares de dólares al producto bruto uruguayo.

Entre ambos gobiernos se las han ingeniado para devolver al río Uruguay la conflictividad que tuvo desde el siglo XIX entre los dos países, que demandó varios ensayos infructuosos de acuerdo y que el Tratado de 1975 había dejado atrás.

Cuentan los memoriosos de la época que el entonces canciller Alberto Vignes llevó, a comienzos de 1973, a Juan Domingo Perón la propuesta de solución del último gran diferendo limítrofe con Uruguay (Río de la Plata) advirtiéndole que muchos en su ministerio se oponían a la misma por considerarla lesiva a los intereses argentinos.

Perón parece haber hecho a un lado esas objeciones, ordenándole a Vignes que "arreglara" porque, habría dicho, para un estadista argentino la prioridad era Uruguay. Y no había entonces ni rastro de afinidad ideológica entre Perón y el hombre que actuaba de falsa fachada blanda de la dictadura uruguaya, Juan María Bordaberry.

El acuerdo se firmó y lo sucedido desde entonces parece darle la razón al argentino en su intento por ser algo más que solo un político en la Presidencia.

Pero hay más en la región. Las nuevas reglas de juego que Evo Morales impuso para los recursos energéticos boliviano pusieron frente a frente al mandatario boliviano y a su colega brasileño, Luiz Inacio da Silva.

Una apurada cumbre en Iguazú zanjó momentáneamente la cuestión, pero sólo después que Lula y Kirchner reclutaran la asistencia de Chávez, cuya influencia sobre Morales es innegable.

Lula quedó en un lugar precario, de todos modos, y debe repartirse entre el asentimiento a disgusto de un precio mayor para el gas boliviano —hecho que también afectará al argentino— y un contradictorio respaldo a la petrolera estatal Petrobrás para que lleve al gobierno de La Paz a los estrados de justicia bolivianos y, quizá, a los de arbitrajes extranjeros.

La concordia primó esta vez, pero los intereses nacionales de Bolivia y Brasil son tan diferentes en este caso que no es posible creer que es el fin del riesgo.

Una dimensión adicional es que la nacionalización de recursos naturales que se está operando en Bolivia —al petróleo le seguirán los minerales, los forestales, etcétera— le han dado una nueva dimensión a la influencia que Chávez busca en la región.

Porque les resulta conveniente a los muchos críticos del venezolano, estos suelen presentarlo como el verdadero inspirador de las decisiones de Morales.

Es también funcional a los detractores del boliviano, presentarlo como títere de Chávez porque de otro modo deberían asumir que Morales es uno de esos raros mandatarios que está dispuesto a cumplir con lo que prometió en su campaña electoral. Y ya se sabe que hay quien sólo encuentra tolerable el "progresismo" mientras no se empeñe en cambiar de pocas manos a muchas las riquezas de la región.

Aunque la tendencia siga y Manuel López Obrador y Ollanta Humala se impongan —aunque es difícil, dicen las encuestas hasta ahora— en los comicios de México y Perú, lo cierto es que el real mosaico que supone no hará de América latina un bloque político sólido de modo automático.

No, al menos, mientras sus beneficiarios no crean realmente que hay objetivos mayores que tener las encuestas domésticas a favor.

La cumbre por el gas acercó a Lula y a Morales.

Publicado en La Nación.

Con Kirchner como mediador, se avanzó en las negociaciones

PUERTO IGUAZU.- El más preocupado era Luiz Inacio Lula da Silva; el más tranquilo era Evo Morales; el más efusivo era Hugo Chávez; el más satisfecho era Néstor Kirchner. Con esa postal de rostros dispares concluyó la sorpresiva cumbre de cuatro presidentes de la región, que, en realidad, acercó a dos de ellos. Al más preocupado y al más tranquilo, observados con lupa desde España, Francia, los Estados Unidos, México, Perú, Chile y Cuba.

¿Por qué tanta atención y, a la vez, tanta tensión? Porque de las conclusiones de la reunión a solas de los cuatro iba a surgir la base política de las negociaciones de los contratos para la compra y la explotación del gas boliviano y un seguro contra el riesgo de desabastecimiento en el vecindario después de que Morales decidiera el lunes la nacionalización de los hidrocarburos. No avisó, empero. Y, por ello, el precio del barril de petróleo, influido por Irán y otros factores, superó los 72 dólares.

Que no haya avisado no significa que haya sido novedosa su decisión de firmar, con las tropas frente a Petrobras como si hubieran invadido Brasil, el decreto con el cual, en la faz interna, quiso que subiera su popularidad en vísperas de la Asamblea Constituyente de julio. Contra la soberanía nadie se pronunció. No reparó, sin embargo, en el costo que iba a tener para Lula, presionado tanto por la compañía y el sector privado como por un electorado temeroso de no encender la hornalla que deberá decidir en octubre si continúa en el cargo cuatro años más. No reparó en él u optó por soslayarlo.

El pánico llevó a Lula a recurrir a Kirchner. De ahí, la elección de la sede de la cumbre: cerca de Brasil, pero en territorio argentino. Y de ahí, también, la virtual división de los cuatro participantes en dos polos bien diferenciados: los productores (Bolivia y Venezuela, las mayores reservas de la región) y los consumidores (Brasil y la Argentina).

La señal de Morales, acordada con Chávez con la bendición de Fidel Castro en La Habana, era más política que económica. De pronto, más allá de que conocieran sus intenciones, transnacionales como la brasileña Petrobras, la hispano-argentina Repsol YPF, la francesa Total y las británicas GP y BP se vieron en la disyuntiva de aceptar las nuevas reglas de juego en un plazo de 180 días o tolerar la confiscación como parte de la patriada de Morales.

En reserva, lejos de oídos indiscretos, Morales expuso: si en una década invirtieron 3500 millones de dólares, ganaron 8000 millones y reportaron poco y nada al Estado boliviano, ¿por qué arman tanto alboroto frente a la posibilidad de ganar menos?

A tono con él, Chávez recordó que los bolivianos votaron un referéndum y aprobaron una ley en esa dirección antes de que Morales asumiera la presidencia. Salió en defensa de la causa mientras se ufanaba de haberse enfrentado con compañías de origen francés e italiano que, después de "haber sido mandadas por Washington", terminaron siendo socias de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

Kirchner, reacio a apartarse de la agenda interna, apoyaba la cabeza en una mano: había asegurado la cuota de gas boliviano para la Argentina; había ayudado a Lula en la negociación bilateral con Morales; había demostrado que Brasil solo no puede y que, por ello, difícilmente reúna los requisitos para ser el líder de América del Sur, y había enviado un mensaje de calma a José Luis Rodríguez Zapatero, temeroso del desenlace para Repsol YPF.

Había cumplido con todos y, sobre todo, consigo mismo.

Por Jorge Elías
Enviado especial

Chávez nega participação na nacionalização do gás na Bolívia.

Publicado en Folha Online.

O presidente da Venezuela, Hugo Chávez, negou hoje ter participado da nacionalização dos hidrocarbonetos anunciada pela Bolívia na última segunda-feira. "Evo [Morales, presidente boliviano] tomou uma decisão que surpreendeu a todos", afirmou ele, acrescentando que o assunto não foi discutido no encontro que os dois tiveram dias antes com o presidente de Cuba, Fidel Castro.

"Dizem que eu e Fidel demos essa ordem a ele em Havana. Isso é mentira. Estão tentando diminuir a dignidade do presidente da Bolívia", afirmou Chávez. "Evo decidiu retomar, nacionalizar os hidrocarbonetos da Bolívia para o povo boliviano. Isso é algo que deveria ser aplaudido e apoiado."

Reportagens publicadas pela imprensa ao longo da semana diziam que a estatal PDVSA (Petroleos de Venezuela S.A.) estava envolvida na nacionalização dos campos de petróleo e gás da Bolívia.

O presidente da Venezuela afirmou que seis consultores financeiros da PDVSA foram à Bolívia para ajudar a delinear os termos da nacionalização, inclusive recomendando que os impostos sobre a produção nos campos de gás do país subissem de 50% para 82%.

O ministro das Relações Exteriores venezuelano, Ali Rodriguez, havia dito ontem que "o nível de liberdade de expressão que existe na Venezuela permite que se fale qualquer estupidez". Ele chamou as suspeitas de "rudes e desrespeitosas", lembrando que Morales já tinha anunciado as medidas durante sua campanha eleitoral, no ano passado.

Pouco antes da nacionalização, a PDVSA prestou consultoria técnica e forneceu recursos para ajudar a Bolívia a explorar suas reservas de gás natural e petróleo.

Fuertes críticas a Lula en Brasil.

Publicado en La Nación.

SAN PABLO.- "¿Qué querés que haga? ¿Que invada Bolivia y los obligue a que le pongan al gas el precio que yo quiero? Creo que ése no es nuestro método."

Esa frase, dicha a un periodista por el canciller brasileño, Celso Amorim, en tono irritado, fue una buena síntesis de la reacción del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva a las críticas sobre que está siendo demasiado permisivo con Evo Morales.

Ayer, la repercusión en la opinión pública del encuentro de Puerto Iguazú fue devastadora. "Lula se inclina ante Morales", "Reunión mantiene la indefinición sobre el gas", "Morales acusa a Petrobras de chantaje y Lula cede", "Lula no obtiene concesiones y desautoriza a Petrobras", fueron ayer los titulares de los diarios Correio Brazilienze, Folha de S. Paulo, O Globo y O Estado de S. Paulo, respectivamente.

El senador Jefferson Peres, del Partido Demócrata Trabajador, afirmó que la forma en que Lula está manejando la "crisis del gas", como ya se la llama en Brasil, se debe a sus "sueños delirantes de conquistar la hegemonía continental".

Lula, en plena campaña para su reelección en las elecciones de octubre, se despreocupó de los formadores de opinión y se dirigió directamente a los electores: "El gas no va a aumentar, y si aumenta, lo hará para Petrobras, y no para el consumidor".

Flexibilidad

El ministro Amorim, que suele reaccionar con indignación ante las críticas a la política externa del gobierno, dijo que las acusaciones sobre el mal manejo de la crisis con Bolivia "son electoralistas". Apelando al discurso ideológico, Amorim afirmó que "las personas que piden dureza [contra Bolivia] muchas veces fueron muy flexibles y hasta excesivamente flexibles con las demandas de las grandes potencias".

Lula se acerca al fin de su mandato con un balance pobre en la gestión de la política externa. Sus objetivos principales eran obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, y consolidar un papel de liderazgo natural en América del Sur.

El primer objetivo tiene pocas posibilidades de ocurrir en el corto y mediano plazo; el segundo, comenzó a ser corroído por el surgimiento de liderazgos nacionalistas o populistas, alejados del tono pragmático que, más allá de los discursos, Lula le imprimió a su conducción.

Hoy, el venezolano Hugo Chávez, y ahora Evo Morales, no consideran a Lula su "guía", o "hermano mayor", como años atrás. La Argentina de Néstor Kirchner mantiene una afinidad política condicionada a concesiones económicas; Chile sigue su propio camino, y Paraguay y Uruguay se quejan del papel de Brasil en el Mercosur. Otros países, como Colombia y Perú, negocian tratados de libre comercio con los Estados Unidos y dejan a Brasil en segundo plano.

El opositor socialdemócrata Arthur Virgilio fue directo al punto: "El episodio [del gas] muestra la clara pérdida de liderazgo de Brasil. Si el presidente Lula fuera líder, se habría reunido con Evo Morales y resuelto la cuestión".

"El líder del movimiento populista Hugo Chávez debe haber presionado a su «liderado» para que retrocediera", ironizó José Carlos Aleluia, del Partido de Frente Liberal (derecha), sobre el papel supuestamente permisivo de Lula durante la reunión de Puerto Iguazú.

Por Luis Esnal
Corresponsal en Brasil