mayo 05, 2006

Bolivia seguirá enviando gas, pero no se sabe a qué precio.

Publicado en La Nación.
La cumbre de Iguazú sirvió para descomprimir la tensión por la provisión de gas; el gobierno boliviano pretende un fuerte ajuste en los valores; negociará bilateralmente

PUERTO IGUAZU.– De un modo u otro, la crisis iba a descomprimirse. ¿Cómo? En síntesis, Evo Morales aceptó la invitación de Néstor Kirchner, Luiz Inacio Lula da Silva y Hugo Chávez a formar parte del proyecto del gasoducto, o megagasoducto, que partirá desde Venezuela y surcará las entrañas de la región hasta el sur argentino, y se comprometió a evitar eventuales problemas en el abastecimiento de gas boliviano a Brasil y a la Argentina. También, a negociar los futuros precios “en un marco racional y equitativo”.

No hablaron de montos ni de volúmenes, sino de fijar una base política para evitar nuevos contratiempos y de fomentar “los diálogos bilaterales para resolver las cuestiones pendientes”. De todos modos, fuentes argentinas y bolivianas en La Paz revelaron ayer a LA NACION que Bolivia pretende aplicar un aumento del 64% al gas que le vende a la Argentina (ver en la Pág. 5).

En coincidencia con la reunión del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, con su par norteamericano, George W. Bush, en la Casa Blanca, también “expresaron su voluntad de trabajar para la profundización del Mercosur y la consolidación de la integración sudamericana”.

La cumbre coincidió, a su vez, con la presentación argentina ante la Corte Internacional de La Haya (de lo que se informa por separado). A ello se refirió el canciller Jorge Taiana mientras los presidentes estaban reunidos, aunque Kirchner aclaró que no recibió adhesiones ni reproches de sus colegas porque se trata de “un tema bilateral”.

En la reunión privada entre los cuatro, Lula le planteó a Morales: “Por la compra de gas, Brasil le paga 1000 millones de dólares por año a Bolivia”. En ese momento, sentados frente a mesas rectangulares que formaban un cuadrado, de modo que se vieran las caras, y que tenían manteles blancos sobre los cuales sólo había carteles con los nombres de los países, Kirchner y Chávez concluyeron que el presidente brasileño estaba advirtiéndole a su par boliviano que podía buscar nuevos mercados.

En defensa del decreto de nacionalización de los hidrocarburos, motivo de la preocupación de Lula, del respaldo de Kirchner y de la presencia de Chávez, Morales exclamó: "Ni Pinochet privatizó el cobre chileno". Hablaba, según relató después el presidente venezolano a algunos periodistas, de la necesidad de devolver al Estado el papel que perdió durante la era de las privatizaciones. No se privó entonces de despotricar contra los Estados Unidos y de prometer que iba a comprar a Bolivia toda su producción de soja, así como parte de sus hojas de coca. Morales, según Lula, presentará a Brasil una "lista de demandas".

En ello convinieron los cuatro, así como en un compromiso de evitar nuevas confrontaciones por falta de coordinación en las medidas internas que puedan perjudicar a alguno de ellos. De la cumbre no participaron ministros ni asistentes, señal de que no querían testigos de una discusión que Kirchner y Chávez calificaron de "una de las mejores" desde que asumieron sus respectivos mandatos.

Como anfitrión y conciliador del aprieto en el que se vio inmerso Lula por los reclamos de Petrobras y por el temor de un virtual desabastecimiento de gas a cinco meses de los comicios en los cuales buscará la reelección, Kirchner leyó una declaración conjunta en la cual "destacaron que la integración energética es un elemento esencial de la integración regional en beneficio de sus pueblos" y "coincidieron en la necesidad de preservar y garantizar el abastecimiento de gas, favoreciendo un desarrollo equilibrado de los países productores y consumidores".

Omisión

A su turno, Morales expresó su agradecimiento a Lula, Kirchner y Chávez por haber brindado su ayuda en las recientes inundaciones en Bolivia y señaló que "con esta reunión se resuelve cualquier susceptibilidad o preocupación de los gobiernos". Omitió de ese modo una respuesta sobre la presunta acusación de "chantaje" que había formulado a Petrobras por su decisión de congelar las inversiones en su país.

La declaración conjunta señala que coincidieron en "preservar y garantizar el abastecimiento de gas, favoreciendo un desarrollo equilibrado de los países productores y consumidores". También pondera, sin dar cifras, que se fijarán precios "equitativos" y que el suministro está garantizado.

Con ello, Lula suspiró, aliviado. Y, como adelantó ayer LA NACION, negó que hubiera una crisis y dijo que se sentía confiado en que iban a resolverse las diferencias. Admitió, sin embargo, que había sido un "error estratégico" que Brasil dependiera de una sola fuente de abastecimiento de gas, con lo cual rubricó en forma implícita la posibilidad de plantearse nuevos horizontes si no obtenía una respuesta favorable de Morales. Se trata de 26 millones de metros cúbicos diarios de gas, algo así como la mitad de su demanda interna.

Después de la cumbre, en ningún momento se mostró preocupado por un virtual desabastecimiento ni por un aumento del precio. "El problema es garantizar el gas brasileño -dijo-. Estoy tranquilo. No va a aumentar el precio. No tengo esa preocupación."

El "sufrido pueblo" boliviano, dijo, tenía derecho de reclamar el control de sus recursos naturales. En la víspera, en Brasilia, Lula había señalado que el derecho de los bolivianos significaba negarles el derecho a los brasileños. El derecho de reclamar seguridad jurídica para las inversiones de Petrobras, del orden de los 1000 millones de dólares en una década.

Morales y Chávez, reunidos desde anteayer, conformaron una suerte de alianza mientras Kirchner y Lula, reunidos una hora antes de la cumbre, procuraron unificar discursos como virtuales perjudicados de LA NACIONalización de los hidrocarburos bolivianos.

Con la consigna de ver el vaso medio lleno, no medio vacío, Chávez destacó que la decisión de Morales, beneficiosa para Petróleos de Venezuela (Pdvsa), cuyos técnicos tienen venia para trabajar en Bolivia, "no va a afectar para nada; al contrario, va a afectar en positivo".

En positivo, justamente, entregó a Morales el documento por el cual Bolivia era formalmente invitado a formar parte del gasoducto continental y reunirse con ellos en agosto, en Caracas, para ultimar los detalles de las primeras perforaciones, a cargo de la compañía venezolana y de Petrobras, la máxima inversora en los hidrocarburos bolivianos e importadora del gas que consume Brasil.

Sobre Petrobras, cuyos contratos con Bolivia indican que cualquier pleito debe ser dirimido en un tribunal de Nueva York, Lula no habló. Dijo que "es una empresa independiente" y que "invertirá donde tenga posibilidades y donde le convenga".

Desde España, vinculada con los intereses de Repsol YPF, Kirchner recibió como señal la preocupación del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Con él planea reunirse en el primer semestre de este año y, en principio, debería presentarle una estantería limpia de cuestiones pendientes, sobre todo con las compañías privatizadas en la Argentina. A diferencia de la comprensión expresada por los vecinos de Bolivia, en aquellas latitudes se llegó a hablar de "una decisión unilateral que ha hecho saltar por los aires el orden jurídico internacional".

Por Jorge Elías
Enviado especial