mayo 08, 2006

Para esa vieja ola de nombre Manuel Orbegozo, acá un tsunami de razones que se oponen a lo que escribe en su blog.

Publicado en La Bitácora del Acertijo Cretino

Evo y Los Hidrocarburos. Así titula Manuel J. Orbegozo H. (MJOH) el último artículo de su blog "Un Mundo Un Día". Yo lo leo siempre, cuando quiero saber qué cosas buenas uno le puede inventar a Ollanta Humala. Sin embargo, mal haría en molestarme por el legítimo ejercicio del derecho a la libertad de expresión de dicho señor periodista. Además aquí se ha sostenido que un blog es básicamente un medio de expresión con plena libertad de contenido. Yo me aúno a esa afirmación. Así que desde esa perspectiva no tengo ningún reproche a lo que él pueda decir o a quiénes él crea conveniente apoyar en su blog. Pero me resulta difícil aceptar la idea de que la nacionalización de los hidrocarburos realizada en Bolivia por Evo Morales sea una medida que deba ser aplaudida o por lo menos no criticada, como lo hace MJOH. Me resulta imposible digerir lo que él ha escrito y, peor aún, que para apoyar la medida lo haga con ideas inconexas entretejidas en una encendente retórica, pero vacía de fundamentos.

Aquí algunas ideas que él debería tener en cuenta cuando quiera dar su valoración, positiva o negativa, a una medida como la Nacionalización de los Hidrocarburos.

Como ya expliqué en mi post anterior, la nacionalización realizada en Bolivia ha consistido en la adquisición y toma de control de las empresas privadas del sector hidrocarburos. Esto dicho de una manera más clara es que a partir de la vigencia del Decretazo, ya no serán los privados quienes exclusivamente realizarán actividad empresarial en el sector hidrocarburos, sino también y preponderantemente lo hará el Estado Boliviano. Alguien que no esté de acuerdo con la Nacionalización Boliviana es alguien que cree que el Estado no debe realizar actividad empresarial. Por tanto, alguien que sí cree en ella, es (o debería ser) un convencido de que el Estado sí debe hacer actividad empresarial. Yo le sugeriría a MJOH, como responsable comunicador y docente que es (o debería ser), que aparte de hacer una retórica defensa de folletín de los marginados del mundo, también nos dijera (y explicara) por qué él cree que un Estado debe realizar actividad empresarial en su respectiva economía. Yo por mi parte le doy sólo algunas de las razones por las que me opongo a la actividad empresarial del Estado en la economía.

Los Estados son buenos recaudadores, pero no son óptimos productores de bienes o servicios. Las empresas de propiedad del Estado no se caracterizan por ser eficientes, esto es, producir en ambientes competitivos a los más bajos costos para poder brindar a los consumidores bienes de calidad y a bajos precios. Por el contrario, las empresas del Estado suelen tener dentro de sus balances un asiento contable denominado subsidios, que proviene por lo general de los bolsillos de todos los consumidores o contribuyentes. Además, a diferencia de una empresa privada, las planillas de la empresas estatales siempre están conformadas por personas con mentalidad de burócrata. Una empresa privada es precisamente eficiente (entre varias razones) porque su personal es seleccionado en función de sus aptitudes y conocimientos para cumplir determinadas metas. Un personal burócrata espera sentado que alguien se anime a darle indicaciones para realizar algún trabajo que le da igual hacer o no hacer, un trabajador con mentalidad de empleado público por lo general sólo espera que llegue fin de mes para irse a cobrar, en nuestro caso, al Banco de la Nación. Son por estas razones que la actividad empresarial la realizan los privados y no el Estado. Los privados producen bienes y servicios. En función de su grado de eficiencia generaran mayor riqueza, y sobre ella estarán obligados a pagar un Impuesto a la Renta además de cánones o regalías, según el sector en el que se participen. (La "bondad" o conveniencia del porcentaje del impuesto o del cánon o la regalía dependerá de que tan capaces son los encargados de diseñar un óptimo sistema tributario y/o representar a un Estado cuando se negocia, por ejemplo, un contrato de concesión, anticipándose a situaciones probables o previsibles). El Estado no hace actividad empresarial porque la idea es que alguien con mejor y mayor capacidad (financiera, tecnológica, etc.) lo haga, generando beneficios para los consumidores. El beneficio de este esquema para el Estado se encuentra en los fondos que la recaudación provee. Es con esa recaudación que se financian los proyectos sociales y se cubre la planilla de la burocracia.

Imagino que usted me va decir, como lo escribe en su blog, que dentro de este esquema "casi nunca y casi todas dichas empresas, pagaron el verdadero justiprecio en las transacciones...tales empresas fueron las que resultaron enriquecidas y no nosotros que éramos los que proveíamos de lo que llamaríamos la materia prima". Bien, lo primero que creo usted debería hacer como responsable comunicador y docente, es definirle a sus lectores qué cosa es un justiprecio. ¿Un precio justo, quizá? Yo le preguntaría si esa fuera su definición, ¿en qué consiste la justicia de un precio? Le pongo un ejemplo para ser didáctico. Supongamos que usted y yo celebramos un contrato sobre un auto. Usted es el propietario y me pide 100 por él. Yo le pago los 100. Sería justo para usted, ¿verdad? Yo digo, aparentemente. Sigo con el ejemplo para que los lectores entiendan. Pero ¿qué sucedería si yo sólo le ofreciera hasta un máximo de 95 y usted porque soy uno de los pocos compradores dispuestos decide aceptar el trato? ¿Estoy siendo injusto en una medida equivalente a 5? ¿Y qué pasa si porque usted me cayó bien durante la negociación yo le digo que aunque me pidió 100 yo le voy a pagar 105? ¿Estoy siendo excesivamente justo con usted en una cantidad equivalente a 5? Es decir, ¿la justicia de un precio es algo cuantificable? En este ejemplo usted que ya no quiere su auto, porque lo quiere vender, pero sí necesita el dinero, ¿se quedaría con el auto pese a que aunque no consigue los 100 hay alguien que le ofrece 95? Un precio es un equilibrio entre lo que uno está dispuesto a pagar y lo que otro está dispuesto a aceptar. Si usted acepta hay trato y hay trato porque usted considera que es su mejor opción. O usted ¿sería tan poco racional que aceptaría no tener opción o quedarse con la peor? No se pueden mezclar dos planos distintos como lo son la subjetiva e inasible definición de justicia y la cuantificación de un bien realizada entre dos partes. Cuando se entretejen ambos conceptos, el adjetivo (justo) no le añade nada conceptualmente hablando al sustativo (precio). Al contrario, termina vaciando de contenido al sustantivo y vuelve la frase justo-precio, una expresión sobre la que se puede decir cualquier cosa. ¿Ve cuál es el problema de esa retórica de folletín propagandístico que emplea términos vacíos de significado?. Lanzandos al aire generan su efecto conmomedor, pero una vez pasado por el filtro de la razón, no son tan diferentes al aire adonde fueron arrojados.

Ojo señor, que este esquema de la no participación del Estado en la actividad empresarial en el Perú no tiene "los 500 años que vivimos sojuzgados", como lo diría usted. Hace aproximadamente unos 35 años atrás, con los antepasados militares de Ollanta Humala en el gobierno, éste no era el modelo en boga, sino el modelo contrario. Es precisamente el rotundo fracaso de ese pasado lo que hace poco más de una década nos convenció de optar por las reglas del mercado. Las imperfecciones que hoy en nuestro país algunos legítimamente pueden encontrarle a la economía de mercado son en muchos casos originadas en esos fracasos. Hoy todavía la mentalidad patriotera y proteccionista impide que ciertos sectores se liberalicen por completo y muestren sus beneficios. Por cierto, respecto a su frase de los 500 años, si se refiere a la llegada de Cristobal Colón a las Américas, me parece que hasta la fecha exactamente han transcurrido 513 años. Creo que ese es otro indicativo de que usted Don Manuel no está contando los años y se está quedando en el pasado.

Por el bien de sus lectores y de sus alumnos, ya no repita frases como "Hasta ahora no tenemos gobernantes que piensen más en los bolsillos ajenos que en sus propios bolsillos". Los gobernantes que han hecho eso, si fueron militares golpistas, son los que el mismo pueblo aunque no eligió lamentablemente apoyó y vea usted, por los resultados se comprueba que el pueblo se equivocó. Si esos gobernantes son los que el pueblo eligió, usted con los años que el tiempo le ha dado, habrá visto que el pueblo también se equivocó. Por tanto, ya no diga "que la solución no está en nadie ajeno a nosotros sino en nosotros mismos. Ahora, tenemos una brillante oportunidad: Pensemos quién debe ser el nuevo presidente de la República, quién tiene más posibilidades de liberarnos y ponernos en la línea de partida hacia el desarrollo total." Ya no diga eso, no porque no tenga derecho a decirlo, sino porque creo que la edad debe darle a uno mayor coherencia. Porque si siempre el pueblo ha estado equivocado al elegir a sus gobernantes, no hay razones lógicas para pensar que de un momento a otro, como por arte de magia, el pueblo haya aprendido a elegir bien y no lo haga esta vez mal como en el pasado. Y como ya sabemos que usted direcciona su apoyo a Ollanta Humala, lo que está diciendo en el fondo, interpretando sus incoherencias y contradicciones, es que el pueblo tiene la gran oportunidad de elegir nuevamente de forma equivocada.

Para sus alumnos que lo idolatren y que lo llamen Don Manuel, saludos cordiales. Y si Usted me contesta, acúseme de lo que quiera, pero también deme razones, fundamentos y una argumentación articulada. No me incendie con una retórica vacía e inconvincente.